miércoles, 2 de diciembre de 2009

Historias y personajes autobuseros (I): La vieja anónima

Hoy la he vuelto a ver. Hacía unas días que no coincidía con ella en el autobús por la mañana, y llegué a pensar que los primero fríos y el acecho de la gripe podían haber dado en tierra con sus viejos huesos. Pero no, hoy estaba allí.

Es una vieja anónima. Cuando subo al autobús ella está allí, sentada en los primeros asientos, seguramente desde que subió en alguna parada del barrio marginado cercano al mío, donde vive. Donde vive desde siempre, desde que su padre, o quizás su hermano, fue condenado a trabajos forzados por haber optado por el bando equivocado en aquella guerra. Donde, junto a su casa, pervive ese recuerdo imborrable de la represión que para ella es el Canal de los Presos.

Delgada, nerviosa, arrugada. De falda invariable y negro riguroso. Tiene... tiene muchos años, y su cuerpo gastado aparenta muchos más, tras una vida de trabajar cuando ninguna mujer trabajaba, en lo que ninguna mujer trabajaba, a cambio de un sueldo por el que nadie trabajaría, para sacar adelante a unos hijos que crío con esmero, pero que las drogas, "las cosas malas" como alguna vez la oí decir, se encargaron de arrebatarle.

La acompaña un carro de la compra, a esas horas vacío, que ella agarra como si le fuera la vida en ello, como si tras el asa de ese carro agarrara algo más. Como si ese carro la mantuviera con vida. Y en cierto modo es así, pues ese paseo matutino en autobús hasta un mercado rompe por unas horas la monótona soledad en la que vive ya. Cualquier compañía es buena para hablar de cualquier cosa, cuando se tiene tanto que contar.

Se baja en su parada, abriéndose paso, fresca, altiva, casi chulesca pese a su metro cincuenta de altura. Se despide del público riendo y pisa la calle una vez más. Un martes más de un año más. Y no puedo disimular la sonrisa, siento un profundo respeto, y pienso que ahí va una superviviente, y que seguiré sintiéndome muy pequeño mientras la vieja anónima viaje en mi autobús.

__________________________________________
Inicio con esta entrada una serie sobre historias y personajes autobuseros, que iré publicando de vez en cuando. Espero que gusten. Se agradecen comentarios.

3 comentarios:

  1. y es que quién quiere un coche con lo que se aprende de la vida en el autobus. De hecho siempre he tenido como entretenimiento pensar en cómo serán las vidas de esas personas, la historia que hay detrás de cada una de ellas, de toda esa gente que acaban por convertirse en rostros familiares, xo de los que no sabemos ni siquiera los nombres. Sí, los autobuses siempre me han parecido lugares curiosos donde los haya. Creo que me va a gustar esta seri de historias y personajes autobuseros:p

    Marta

    ResponderEliminar
  2. Hay días que me levanto muy triste y otros algo más alegres, hay días que no m gustaría salir de mi casa y otros en que creo que hoy sera un día maravilloso. Cojo el autobús por las mañanas sobre todo, y observo a cada una de las personas que me rodea, dentro de ese habitáculo espacioso aveces y otras tan apretado.
    Hay gente vario pinta viejas pesadas, viejos pesados, ancianos que con solo mirarles te hacen ver el mundo de otra manera, hay gordos y gordas, delgados y delgadas, guapos y feos, prepotentes, tontos, creídos, violadores, asesinos, prostitutas...,y tu los imaginas, les das a cada persona una imagen que aparenta cierta o no cierta, pero como en la vida todo es tan superficial que más da otra cosa más.... .

    ResponderEliminar
  3. No todo, anónimo, no todo... el que busca encuentra.

    ResponderEliminar