jueves, 17 de marzo de 2011

Desnudarse

...Quítate ya los trajes, 
las señas, los retratos; 
yo no te quiero así, 
disfrazada de otra, 
hija siempre de algo. 
Te quiero pura, libre, 
irreductible: tú...

Pedro Salinas - La voz a ti debida

Tenemos corazas, armaduras, escudos; caretas, máscaras, disfraces; excusas, miedos, vergüenzas. Nos escondemos detrás de personajes artificiales, que fabricamos para que nadie vislumbre lo que pulula en nuestro interior verdadero. Los interponemos entre nosotros y una realidad que juzgamos invasora y amenazante.

Hacemos un gran esfuerzo por actuar en cada ocasión conforme a lo que nuestro personaje nos exige. Nos convertimos en actores intachables, logrando que los otros no sospechen siquiera que están frente a una fachada con trampantojo.

Poco a poco aquella personalidad debilucha e indefensa que queríamos proteger se va diluyendo, víctima de la fuerza de nuestro personaje. Sin darnos mucha cuenta, vamos convirtiéndonos en quienes no éramos, y cada vez suena más lejano el rumor de lo que había debajo de todas las capas de maquillaje que nos hemos ido echando encima.

Y es entonces cuando te das cuenta de que ya no queda casi nadie que te conociera. De que ya no eres tú. De que tu miedo a hablar, a mostrarte, tu ansia por protegerte, ha hecho desaparecer aquello que temías perder. De que no queda ya nada de aquello que pululaba en tu interior antes de que decidieras taparlo y esconderlo.

Es entonces cuando tienes la oportunidad de desnudarte. De desvestirte de todo lo que no eres, de todo lo que te has ido echando encima para tapar aquellas absurdas vergüenzas. Es cuando tienes la oportunidad de decidirte a ir en pelotas por la vida. Sin tapujos, sin miedos, sin vergüenzas. Mostrándote tal como eres, indefenso y valiente.

Es entonces cuando puedes empezar a vivir a pecho descubierto. ¡Bienvenidos a la vida nudista!


No me voy a callar

Ciento Ochenta Grados | Vídeo Myspace

jueves, 3 de marzo de 2011

Superpetroleros y náufragos

Hace unos días llegó a mis manos un texto de los que hacen replantearse cosas, y que, sin más, quiero compartir con vosotros:

Se acordó de una cosa terrible que había leído una vez en un periódico sobre la vida en un superpetrolero: hoy en día, los barcos se habían ido haciendo más grandes, mientras las tripulaciones se volvían cada vez más pequeñas, y todo se manejaba por tecnología. Programaban un ordenador  en el Golfo o donde fuera, y el buque prácticamente se gobernaba solo hasta Londres o Sydney. Era mucho mejor para los armadores, que se ahorraban un montón de dinero, y mucho mejor también para la tripulación, que sólo tenía que preocuparse por el aburrimiento. La mayor parte del tiempo la pasaban sentados bajo cubierta bebiendo cerveza, como Greg, por lo que pudo deducir. Bebiendo cerveza y viendo vídeos.

Había una cosa que nunca podría olvidar de aquel artículo. Decía que en los viejos tiempos siempre había alguien arriba, en la torre de vigía o en el puente, vigilando. Pero hoy en día en los buques grandes ya no había vigía, o por lo menos el vigía es un hombre que mira de cuando en cuando una pantalla llena de puntos luminosos móviles. En los viejos tiempos, si estabas perdido en el mar en una balsa o en un bote de goma o algo así, y un barco pasaba cerca, tenías muchas posibilidades de que te rescataran. Agitabas los brazos y gritabas y disparabas cualquier cohete que tuvieras; ponías tu camisa en lo alto del mástil, y siempre había gente vigilando y atenta a localizarte. Ahora puedes estar semanas  a la deriva en el océano, y al final se acerca un superpetrolero y pasa de largo. El radar no te detecta, porque eres demasiado pequeño, y es pura suerte si hay alguien sobre la barandilla vomitando. Había habido muchos casos de náufragos que en otros tiempos habían sido salvados y a los que ahora nadie recogió; e incluso incidentes de personas a las que atropellaron los barcos que ellos creían que venían a rescatarlos. Trató de imaginar lo espantoso que sería, la terrible espera, y luego la sensación cuando el barco pasa de largo y no puedes hacer nada, todos los gritos quedan ahogados por el ruido de los motores. Eso es lo malo que le pasa al mundo, pensó. Hemos renunciado a los vigías. No pensamos en salvar a otras personas, navegamos hacia delante confiados en nuestras máquinas. Todo el mundo está bajo cubierta, tomándose una cerveza con Greg.

Julian Barnes. Historia del mundo en 10 capítulos y medio
¿Y tú?

Para terminar, una joya musical al hilo. Os invito a leer la letra

"I'll send an S.O.S. to the world
I hope someone gets my message in a bottle"

lunes, 14 de febrero de 2011

La sumisión del cómico (si Goya levantara la cabeza)

La Academia del Cine da nueve premios Goya a una película que han visto la friolera de 50.000 personas. Desconocemos si se incluyen entre ellas a los familiares y amigos del elenco. Seguramente esta escasa asistencia se justifica porque los malvados piratas se la han bajado de esa especie de puerta del Averno que es Internet.

O también puede ser que se confirme la ruptura definitiva con la realidad de los auto denominados "intelectuales" de nuestro país, que han dejado de ser cómicos para considerarse adalides del avance cultural español, y doctores catedráticos del saber. Y menos I+D y más Icíar Bollaín.

Puede ser que éstos hayan decidido hacer ya pública y desnuda su connivencia desvergonzada con el poder establecido (la ministra de las Mentiras y Gordas incluida). Puede ser que se hayan decidido a hacer un cine comprometido con el que lo paga, que a fin de cuentas no es ya el espectador, sino el Estado, y que así les de igual hacer arte y ensayo con 70 millones de presupuesto, y recaudando 10, como Pa Negre. ¿Y el resto? El resto invita Sinde. O Zapa. O Más. Qué más da.

Y es que es otra vez la misma historia de posguerra ya manida, mascada y removida (a ver si va a haber que tener otra guerra con tal de cambiar de tema). Es de nuevo el esnobismo llevado al cubo de grabar una película en catalán por gusto (con el dinero de otros, eso sí). Es otra vez una película amable, en pago por el favor de una ley vergonzosa. Es otra vez la sumisión del vasallo cómico ante su señor.

Antes, al menos, éramos graciosos. Qué aburrimiento. Niña, pon una peli.

jueves, 20 de enero de 2011

Vivir viviendo, a fin de cuentas

Quiero vivir. A fin de cuentas, es lo que todos queremos.

De todos los que queremos vivir, una buena parte, quizás la mayoría, queremos que nuestra vida sea algo más que un paseito alrededor de la manzana, algo más que esperar pacientemente la llegada el implacable rasero de la muerte, entretenidos con algún pasatiempo. Supongo que somos todos aquellos que buscamos que el vivir tenga un cierto sentido, un porqué o, al menos, un para qué.

Muchos han querido vivir con sentido y han pasado la vida luchando por la gloria, por el recuerdo, por permanecer "para la eternidad" en forma de lápidas de mármol, de inscripciones en piedra, de cuadros, de pirámides, de palabras escritas en las crónicas. Han matado, han invadido, han estado horas bajo los focos, han escrito páginas y páginas, han amasado fortunas. Han empleado su vida en intentar permanecer para siempre, en sobrevivir a la muerte alargando la vida, en guardar su vida por miedo a perderla y desaparecer.

Finalmente, pertenezco a los que no quieren vivir sin más, sino vivir viviendo. Una rara porción de la gente que quiere vivir con sentido, pero que no buscan permanecer para siempre en el imaginario colectivo, ni guardan la vida, sino que la viven. Pertenezco a los que han descubierto que uno está más vivo cuanto más gasta su vida, cuanto más es capaz de dejar huella anónima, cuanto más va muriendo a cada instante.

Quiero gastar mi vida en cada lugar, en cada minuto, con cada persona. Gastar la vida en algo, por algo, para algo. Quiero llegar al final vaciado, desgastado, agotado, molido, comido, disuelto como una aspirina, y completamente feliz, y vivo.

Quiero vivir, que a fin de cuentas, es lo que todos queremos.