martes, 16 de noviembre de 2010

"Sinde la censora" o "Petenera por el Sáhara"

No salgo de mi asombro cuando acabo de escuchar que nuestra ministra de Juglares, Subvenciones y Ciberatropellos, ha pedido hoy a los artistas españoles que no opinen sobre la cuestión del Sáhara, porque "no son expertos". 1 Esto, el mismo día que el flamenco ha sido declarado patrimonio inmemorial de la humanidad (y el mismo día que Rubalcaba nos hace enrojecer de vergüenza reuniéndose con su amigo marroquí, mientras en el Sáhara nos detienen a los periodistas por la cara, pero eso es otro tema).

El flamenco ha sabido recoger como ningún otro arte el dolor de un pueblo. Ha sabido ser auténtico porque duele, porque se deja doler por el dolor propio, pero también por el ajeno, pues no existe sin el quejío. Porque es un arte radicalmente solidario, en su esencia, sin alardes de filantropía, pero inundado con la sabiduria profunda que da la miseria profunda. Y sobre todo, sobre todo, porque no se ha vendido (más o menos) al poder. Porque cuando uno canta, canta lo que le da la gana.

Pero nuestro Gobierno se ve que es más de los 40 Principales que de la Paquera, y parece no gustarle que sus cachorros ladren más alto de la cuenta, ahora que han empezado a molestar. Al principio estaban bien, iban a las manifestaciones contra la guerra de Irak, a favor de la memoria histórica, a favor de Garzón, hacían anuncios de campaña electoral. Pero ahora hay que regañarles un poquito, porque están sacando los pies del plato, que eso de manifestarse al lado de los malos malísimos no está bonito.

Tienen que aprender que Marruecos es nuestro amigo, que las armas se las vendemos nosotros para que nos hagan el trabajo sucio con la inmigración ilegal, y los saharauis son unos moritos muy quejicas, molestos como una de esas picaduras de mosquito en los nudillos, que viven mejor que quieren, y que la culpa la tiene Franco.

Y no pasa nada, porque los juglares de palacio agacharán sus cabezas y desaparecerán de la escena prudentemente, como les pide Sinde, agredeciendo sus migajas en forma de canon digital, o de subvención, o de ley antidescargas.

Pues yo salgo por peteneras:

Quisiera yo renegar
de este mundo por entero,
volver de nuevo a habitar
¡madre de mi corazón!
volver de nuevo a habitar,
por ver si en un mundo nuevo
por ver si en un mundo nuevo
encontraba más verdad

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