jueves, 4 de noviembre de 2010

Dueños de nada, convertidos en nadie

Para escribir en serio hay que haber estado
varias noches de lluvia en la calle.
Los que tienen dinero escriben mentiras.
Wahid

Los nadies. Así es como llama Eduardo Galeano a aquello que "no tienen cara, sino brazos; no tienen nombre, sino número", refiriéndose a las personas que viven en el tercer mundo, los que "valen menos que la bala que los mata". Pero ayer tuve la oportunidad de conocer a otros que, me atrevo a decir, son quizás más nadies que los nadies de Galeano.

Me refiero al hombre al lado del que pasas cuando vuelves a casa de noche, y al que miras como un elemento más del mobiliario urbano. Es ésa que duerme en la puerta del banco de al lado de tu portal, y que ves despertarse cada mañana cuando sales (sí, lo ves, aunque no lo recuerdes más allá de dos segundos). Es ese mismo que aparca coches en el centro de tu ciudad para ir a comprar colonia, jabón y vino. Comida hay en la basura. Los ricos lo tiran todo.

Son esos mismos que ven pasar cada día miles de piernas por delante suya, como una corriente imparable, mientras permanecen al margen de todo ese fluir enloquecido, como observadores desde su atalaya de cartón y mantas. Son esos que te estorban para mirar el escaparate en cuestión, y que tienes que rodear cuidadosamente sin ni siquiera mirar a la cara.

Es el mismo que apenas duerme cuando llega el fin de semana, por miedo a que unos niñatos (quién sabe, quizás tu hijo, o tu hermano, o tu sobrino, o ese chico tan simpático que te gusta) pateen sus cartones para echar unas risas. O lo mojen. O, en el cúlmen de la diversión, le prendan fuego, como el que prende fuego a una papelera. "Eran buenos chicos" decían...[2]

Son Ricardo, Floren, Encarna, Wahid. Son los que un día fueron alguien, y dejaron de serlo, disueltos en el anonimato que da la oscuridad relativa de un portal, privados por no tener domicilio del derecho a tener identidad.

Son esos que no tienen ni cara, ni nombre, ni aún número. Son esos convertidos no ya en animales sino en objetos: en papeleras, en semáforos, en piedras. En montones de basura. Convertidos en nada. Abandonados. Olvidados. Solos. Simplemente posados, como el polvo al final del viento.

Para ellos una genial canción:

1 comentario:

  1. Real...muy real Ramón. Caídos del cielo, los ángeles duermen en las aceras. ¿Dónde nos sitúa eso?...Me hace pensar

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