Hace casi un año de aquello y aún el recuerdo me remueve cada día desde lo hondo de mi olvidadiza cabeza, y a veces, quizás, desde el corazón.
Yo, que había llegado hasta el campo de Níjar para acompañar a un grupo de chavales de 17 años en una experiencia solidaria promovida por su colegio, me vi de pronto en la puerta de aquel taller, donde inmigrantes ilegales sin recursos encontraban un alivio para su mísera situación. Frente a mí una larguísima fila de chavales poco mayores que aquellos a los que yo acompañaba. En total serían unos 40. En mis manos tres bonos para trabajar los próximos 3 días. Quizás trabajar sea una exageración. Simplemente era una dignificación de la limosna de 5 euros diarios y una bolsa de comida al final de los tres días, a cambio de hacer algunas pulseras.
Di los bonos a los tres primeros de la cola, y el cuarto se quedó plantado delante de mí, mirando mis manos vacías, mientras yo enrojecía de vergüenza como pocas veces. Me pidió hablar con la “mama”, y en ese momento emergió de detrás de mí aquella monja menuda y viva, a la que todos los morenos llamaban “mama”. Le explicó que hoy no cabía más gente en el taller, mientras a mi no me salía ni una palabra.
-Bueno mama, no pasa nada, no te preocupes, no pasa nada
¡No pasa nada! ¿Que no pasa nada? Ese chaval vivía en un cortijo abandonado con otros veinte compatriotas, sin agua corriente y con dos bombillas y un enchufe que usaban por turnos, no iba a poder conseguir lo necesario para comer esta semana, llevaba en esa situación más de un año, ¡y dice que no pasa nada! ¡Y le preocupa que tú no te preocupes por él!
Esa tranquilidad, ese abandono sereno de aquel chaval, probablemente más joven que yo, a pesar de su aspecto envejecido, me martillea cada vez que me creo agobiado por los pequeños problemas de mi cómoda vida.
Fue sólo uno de los episodios vividos allí, y que empezarán a aflorar ahora, una vez digeridos. Espero que os guste y que os incomode un poco, que no está de más.
A las “mamas” de S. Isidro
Me ha llamado mucho la atención la etiqueta de héroes, ¡sí señor!, gran valoración. Poca gente uno (eres tú) llamaría de tal manera a estas personas. Espero que te vaya muy bien. ¡Feliz paso del Señor!
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