Empezar es lo importante, empezar.
Empezar sin saber siquiera qué estas haciendo, ni cómo vas a hacerlo, ni quién va a verlo, pero comenzar con la valentía que implica la incertidumbre. Sin tener apenas claro para qué y ni aún por qué.
Da igual si por el principio, por la mitad o por el final mismo, pero empezar ya, por algún sitio, pronto, por donde sea. Sin esperar a tener nada más, a saber nada más, a que venga nadie más, a que pase nada más.
No sabiendo, no viendo, no controlando, no previendo, no tocando, ni aún queriendo.
Empezar es lo importante, empezar. ¿No es acaso eso la fe?
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